¿A qué huele el amor?

En este lugar, el museo te plantea una pregunta: ¿A qué huele el amor? Cada persona tiene su opinión sobre este tema, pero nosotros, en el Museo de los Aromas, te vamos a descubrir los aromas del amor en la literatura.

En los libros, siempre se compara a los seres amados con flores, por eso en este rincón vamos a descubrir la relación de ciertas flores como la rosa, el azahar, la violeta y el jazmín con el amor.

Coge uno de los libros de color, al abrirlo encontrarás un pequeño texto literario y al pasar la página, el aroma.

Ahora fíjate en el libro amarillo, contiene el aroma de flor de canela y junto a él tenemos unos auriculares que podemos ponernos para escuchar la voz de María Dolores Pradera con su canción “la flor de la canela”, y que nos rodee la sensación de la canela. Disfruta de este momento.

Visita enológica:

Los aromas florales forman una familia en si misma de origen primario, así tenemos el aroma de azahar que es característico en variedades blancas como la Riesling, la Gerwustraminer y la Moscatel, Chenin blanc, Chardonay y viognier.

La rosa que encontramos como rosa fresca en variedades blancas, como la Gewurztraminer o la Moscatel, y como rosa madura y marchita, en grandes vinos tintos con crianza.

La violeta violeta aparece tanto en variedades tintas, como blancas, así la encontramos

tanto en vinos elaborados con Viognie, merlot y Tempranillo, característico en vinos de

maceración carbónica, como los Riojas o beaujolais, podemos encontrarla en los grandes vinos de Borgoña, Burdeos, Ródano, Píamonte y Rioja o Ribera del Duero, como curiosidad en la Grecia antigua se le atribuía la capacidad de disipar la ebriedad, por eso portaban coronas de violetas.

El jazmín está presente exclusivamente en vinos blancos, especialmente los procedentes de las variedades Chenin blanc, torrentes, Semillon, Pinot gris, Moscatel y Albariño.

En esta selección tenemos la flor de la canela que viene detallada dentro de la locución 18 de la ruta de las especias.

Carteles:

La identificación de la mujer amada con una flor es un motivo presente en la literatura amorosa culta desde tiempos muy antiguos, también desde esos tiempos las flores y plantas olorosas se han utilizado para seducir y también para usar conjuros.

El contacto con Oriente y la gran variedad de especias traídas hizo que el arte de la seducción femenina se redescubriese al incorporarse una gran variedad de aromas.

En algunas comunidades estos aromas eran utilizados por las mujeres para perfumar el interior del cuerpo. El compuesto bebido actuaba de tal manera que el sudor, e incluso partes íntimas de quien lo tomaba, olían bien.

En el siglo XII se intentaron elaborar perfumes mágicos que aportaran la longevidad y la belleza y en el siglo XVI aparecieron recetas perfumadas para rejuvenecer, como la del alquimista Girolamo Ruscelli, que en los secretos de maese Alexis el Piamontés, aconsejaba a las damas un agua para el teñido elaborada de la forma siguiente:

«Tomad un cuervo joven en el nido, alimentadlo con huevos duros durante cuarenta días, matadlo y destiladlo con hojas de mirto, talco y aceite de almendras.»

El olor puede ser un condicionante para la atracción sexual, aunque éste sea imperceptible. Los genes del sistema inmunitario podrían determinar la composición de las bacterias de la piel de una persona, por lo que cada una podría tener un olor único.

Para Claus Wedekind, estudioso del llamado complejo de Histocompatibildad Fundamental (CHF), éste influye claramente en el tipo de olor que una mujer encuentra atractivo en un hombre. Los hombres con un CHF diferente al CHF femenino son los que más atraen a las mujeres, y esto probablemente tenga que ver con la reproducción, ya que los niños necesitan un sistema inmunitario muy diverso.

En el estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Calgary (Canadá) publicado en 2003 en la revista Science, sus autores sostienen que el cerebro femenino duplica el número de neuronas en la región del olfato por la acción de una hormona llamada prolactina y que el hecho de que los niveles de prolactina en sangre «aumenten notablemente después del orgasmo en humanos, tanto hombres como mujeres serviría a conductas específicas relacionadas con el cortejo o la relación a largo plazo». Y tendría la función de cimentar la relación durante el prolongado período de gestación.

AZAHAR. De la misma manera en que Celestina recurre al despertar de sentimiento o emociones, también lo hace con los sentidos. Al principio de la obra de la

Tragicomedia de Calisto y Melibea, Pármeno dice a Calisto:

“Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques, menjuí, animes, ámbar, algalia, polvillos, almizcles, mosquetes. Tenía una cámara llena de alambiques (…),Sacaba agua para oler, de rosas, de azahar, de jazmín, de trébol, de madreselva y clavellinas, mosquetadas y almizcladas, polvorizadas con vino.(…) Aparejos para baños, esto es una maravilla: de las hierbas y raíces que tenía en el techo de su casa colgadas, manzanilla y romero, malvaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco y de mostaza, espliego y laurel blanco, tortarosa y gramonilla, flor salvaje e higueruela, pico de oro y hojatinta. Los aceites que sacaba para el rostro no es cosa de creer: de estoraque y de jazmín, de limón, de pepitas, de violetas, de menjuí, de alfócigos, de piñones, de granillo, de azufaifas, de neguilla, de altramuces, de arvejas y de carillas, y de hierba pajarera, y un poquillo de bálsamo tenía ella en una redomilla que guardaba para aquel rascuño que tenía por las narices (…)Hacía con esto maravillas que, cuando vino por aquí el embajador francés, tres veces vendió por virgen una criada que tenía.”

En otro momento de la obra Celestina promete a Lucrecia, la criada de Melibea, darle sustancias para que no tenga malos olores.

LA VIOLETA, es la flor de Josefina, la amante de Napoleón, contiene IONONO que bloquea nuestro sentido del olfato. Lo hueles y casi inmediatamente desaparece. Si te apartas de ella un breve tiempo el perfume regresa a nosotros y vuelve a desvanecerse. Este aroma se ha utilizado para crear filtros de amor con los que conquistar a la amada.

El nombre científico del género “viola” procede del griego “Io”, amante de Júpiter, la cual fue transformada en una ternerilla como consecuencia de los celos de la mujer de Júpiter. Para que la ternerilla se alimentase bien en los prados Júpiter creo las violetas.

ROSA

JUAN RAMON JIMENEZ

El amor

El amor, a qué huele? Parece, cuando se ama,

que el mundo entero tiene rumor de primavera.

Las hojas secas tornan y las ramas con nieve,

y él sigue ardiente y joven, oliendo a rosa eterna.

Por todas partes abre guirnaldas invisibles,

todos sus fondos son líricos risa o pena,

la mujer a su beso cobra un sentido mágico

que, como en los senderos, sin cesar se renueva...

Vienen al alma música de ideales conciertos,

palabras de una brisa liviana entre arboledas;

se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto

dejan como un romántico frescor de madreselvas...

JAZMIN: Desde la Edad Media no había claustro de monasterio o convento que no amparase esta flor, el jazmín, tanto por su intenso perfume como por el candor de sus pétalos.

Su aceite esencial se obtiene mediante un proceso costoso llamado "Effleurage". Las flores de jazmín se recogen de noche cuando la planta es más aromática y estas liberan el aceite esencial durante varios días después de su cosecha.

Entre el Renacimiento y Barroco, el sistema empleado en la poesía para elaborar imágenes recurre a flores diferentes. Así, en el barroco, las flores podían simbolizar la propia vida, representando su brevedad e insignificancia.

"Flor es el jazmín, si bella,

no de las más vividoras,

pues dura pocas horas

que rayos tiene de estrella;

si el ámbar florece, es ella

la flor que él retiene en sí.

Aprended, flores, en mí

lo que va de ayer a hoy,

que ayer maravilla fui,

y sombra mía aun no soy".

(Góngora)

¿A qué huele el amor?
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