Aromas de la Naturaleza

En esta zona vamos a encontrar diferentes aromas de naturaleza: plantas como el hinojo, árboles como el pino, el ciprés, el enebro o el roble.

También hongos como:

- Trufa: Este misterioso hongo aromático crece bajo tierra, a unos 15 o 20 centímetros de profundidad. La trufa negra es la más apreciada por su sabor delicado e intenso y su aroma refinado. En la Edad Media se consideraba que tenía algo demoníaco, constituyendo una ofrenda para nobles y reyes.

- Rebozuelo o seta de San Juan: Se podría decir que existen más de 15.000 variedades en el mundo. Las setas son el fruto de una planta que reside en la tierra de zonas boscosas, sus minúsculas raíces o filamentos forman lo que se denomina talo o micelio, y cuando el clima es adecuado, brota de esas raíces la seta. Además de sus usos culinarios, algunas setas son apreciadas por sus propiedades curativas. Por ejemplo, la penicilina procede de un pequeño hongo “El penicilium”.

En tercera posición empezando por la izquierda, encontramos la madera de cedro del Líbano, para olerla tenemos que lijar la madera hasta que salga serrín y oler ese serrín, ¿A qué huele? A madera no….Que cada uno saque sus conclusiones…

Ahora fíjate en la cajita situada más a la derecha, es el aroma de Pretichor, intenta reconocer su aroma, ¿A qué te recuerda?

PETRICHOR: ¿Cómo llamaríamos a esa fragancia que nos deja la lluvia después de un periodo caluroso y seco, ese olor a “tierra mojada”?

Sus descubridores lo llamaron petrichor (Bear and Thomas, 1966), que significa “esencia de roca” y concluyeron que el olor de la lluvia no venía de las esporas o bacterias terrestres sino directamente de las rocas y el suelo. Son unos componentes químicos en forma de aceites amarillentos atrapados en las rocas y en el suelo, que son liberados por la precipitación o por los altos contenidos de humedad en el ambiente y que presagian la llegada de la lluvia.

Visita enológica:

La naturaleza está presente en los aromas del vino, al fin y al cabo el vino proviene de la uva y a menudo realiza crianza en barricas y toneles de madera. Por ejemplo:

El petrichor es un aroma primario. Recuerda a tierra mojada, pero no debemos confundirlo con el defecto causado por la bacteria Geosmina. En este caso nos referimos a un aroma primario característico de los vinos de Borgoña, Piamonte y algunas zonas de Galicia como Monterrey.

El rebozuelo que puede ser primario y terciario, con notas marcadas a tierra mojada. Es habitual encontrarlo en vinos originarios de Piamonte, en tintos de Borgoña y en los mejores tintos gallegos.

El Hinojo es un aroma primario que da un toque anisado y que está presente en variedades blancas como la verdejo, godello, viognier.

El roble es un aroma terciario, proveniente de la crianza de los vinos en barricas o toneles de madera. Su intensidad en los vinos variará en función del tiempo de estancia en la barrica o tonel, si ha sido más o menos tostado, y de si es nuevo o más o menos usado.

La trufa es un aroma terciario. Proviene de la crianza en barricas de roble o se desarrolla durante la crianza en botella. Es característico de grandes vinos tintos, como Burdeos, Borgoña, Barolo, Brunelo de Montealchino y tinto gallegos como por ejemplo la Merenzao de Ribeira Sacra.

Los aromas de pino, ciprés o enebro, aunque los encontremos en esta estancia, en el mundo del vino los vamos a clasificar en la familia de los balsámicos, su descripción la pueden encontrar en la locución número 3 referente a la cocina.

Carteles:

La nariz humana es un instrumento fantástico para el descubrimiento de nuestro entorno.

El olfato nos trae recuerdos y se agarra velozmente a nuestro sistema emocional, y aún a falta de un lenguaje preciso que codifique los olores, enriquece la interpretación que hacemos de lo real.

El olfato, el buen olfato propio de nuestra parte animal, quedó relegado cuando el hombre se puso de pie. Dejó en un segundo plano la posibilidad de inventar la realidad.

Aprender a seguir nuestro buen olfato o “instinto” seamos quien seamos y vayamos a dónde vayamos nos hará estar más vivos.

A continuación, algunos de los aromas de la naturaleza van acompañados de los siguientes textos explicativos:

Trufa: Este misterioso hongo aromático crece bajo tierra, a unos 15 o 20 centímetros de profundidad. La trufa negra es la más apreciada por su sabor delicado e intenso y su aroma refinado. En la Edad Media se consideraba que tenía algo demoníaco, constituyendo una ofrenda para nobles y reyes.

Rebozuelo o seta de San Juan: Se podría decir que existen más de 15.000 variedades en el mundo. Las setas son el fruto de una planta que reside en la tierra de zonas boscosas, sus minúsculas raíces o filamentos forman lo que se denomina talo o micelio, y cuando el clima es adecuado, brota de esas raíces la seta. Además de sus usos culinarios, algunas setas son apreciadas por sus propiedades curativas. Por ejemplo, la penicilina procede de un pequeño hongo “El penicilium”.

PETRICHOR: ¿Cómo llamaríamos a esa fragancia que nos deja la lluvia después de un periodo caluroso y seco, ese olor a “tierra mojada”?

Sus descubridores lo llamaron petrichor (Bear and Thomas, 1966), que significa “esencia de roca” y concluyeron que el olor de la lluvia no venía de las esporas o bacterias terrestres sino directamente de las rocas y el suelo. Son unos componentes químicos en forma de aceites amarillentos atrapados en las rocas y en el suelo, que son liberados por la precipitación o por los altos contenidos de humedad en el ambiente y que presagian la llegada de la lluvia.

Aromas de la Naturaleza
Información facilitada por Museo de los Aromas. Derechos reservados.