La Catedral Metropolitana de Buenos Aires, ubicada en el barrio de San Nicolás, es el principal templo católico de Argentina. Fue fundada en 1580 por Juan de Garay y ha pasado por varias reconstrucciones debido a problemas estructurales y materiales deficientes.
Inicialmente, era una modesta iglesia de adobe y madera, demolida en 1605. En 1618, se construyó una nueva iglesia, que pronto fue reemplazada debido a su pequeño tamaño. En 1620, se creó la diócesis de Buenos Aires, y su primera catedral era una construcción inadecuada. En 1671, se completó una nueva catedral con tres naves y una torre, pero la mala calidad de los materiales llevó a su deterioro.
En 1722, el Cabildo Eclesiástico se encargó de las reparaciones, logrando finalizar la catedral en 1725. Sin embargo, en 1752, parte de esta catedral se derrumbó, y en 1753 se inició la construcción de la actual catedral bajo la supervisión del arquitecto Antonio Masella. La nueva catedral, con diseño de cruz latina, tres naves y seis capillas, avanzó lentamente debido a dificultades económicas, pero se inauguró en 1791.
La fachada neoclásica, con 12 columnas que simbolizan a los Apóstoles, se completó en 1823. En 1856, se construyó la Curia Eclesiástica. La catedral fue declarada monumento histórico en 1942 y restaurada intensivamente entre 1994 y 1999. En 2013, se inauguró un museo dedicado al Papa Francisco, ex arzobispo de Buenos Aires.
El interior de la catedral es notable por su mezcla de estilos y su grandiosidad, con cinco naves, una cúpula de 41 metros de altura y un piso de mosaicos venecianos. Alberga el mausoleo del General San Martín y varios frescos y esculturas. La fachada principal se inspira en el Palacio Borbón de París, y en su atrio se encuentra la "Cota 0", el punto de nivelación de la ciudad. La catedral también contiene un mural en memoria de las víctimas del Holocausto y de atentados en Argentina.