La Casa Batlló es un edificio obra del arquitecto Antoni Gaudí, máximo representante del modernismo catalán. Se trata de una remodelación integral de un edificio previamente existente en el solar, obra de Emilio Sala Cortés.
Está situado en el número 43 del paseo de Gracia de Barcelona, la ancha avenida que atraviesa el distrito del Ensanche, en la llamada Manzana de la discordia, porque alberga además de este edificio otras obras de arquitectos modernistas: la Casa Amatller, que colinda con la de Gaudí, obra de Josep Puig i Cadafalch; la Casa Lleó Morera, obra de Lluís Domènech i Montaner; la Casa Mulleras, de Enric Sagnier; y la Casa Josefina Bonet, de Marceliano Coquillat. La construcción se realizó entre los años 1904 y 1906.
El edificio fue construido en 1875 por Emilio Sala Cortés (1841-1920), un arquitecto autor de varios edificios en Barcelona y provincia. Sala era además profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, y fue uno de los maestros de Gaudí, al que empleó ocasionalmente como delineante.
En 1903 el edificio fue adquirido por el industrial Josep Batlló, un rico hombre de negocios que poseía diversas fábricas textiles en Barcelona. Batlló compró el edificio con la primera intención de derribarlo y construir uno nuevo, aunque luego se conformó con reformarlo, y mientras él se reservó la planta principal el resto lo explotó en régimen de alquiler, como era habitual en las casas burguesas de la época.
Para la remodelación Batlló encargó el proyecto a Gaudí, por aquel entonces un arquitecto ya de gran renombre, que en aquella época trabajaba en diversos proyectos a la vez. El industrial quedó tan impresionado con la obra del arquitecto que lo recomendó a su amigo, Pedro Milá, para el que Gaudí construyó la Casa Milà.
El edificio tiene ocho plantas: bajo el nivel de la calle se encuentra un sótano, destinado a carboneras y trasteros; la planta baja se dedicó inicialmente a cochera y luego a almacén, y junto a los accesos a las viviendas se ubicó una tienda.
El remate del edificio es la azotea, a la que se accede desde el desván mediante unas escaleras de caracol. Gaudí concibió este espacio de una forma funcional, para situar las salidas de humo y de ventilación, pero a la vez estética, ya que los elementos que la integran están elaborados de una forma artesanal y con una plasticidad casi escultórica.