Se trata de un edificio de estilo modernista diseñado por Antoni Gaudí, situado en la calle Caspe n.º 48 de Barcelona. Fue construido entre 1898 y 1900. Gaudí contó con la colaboración de sus ayudantes Francisco Berenguer, Juan Rubió y Juli Batllevell. Fue la primera obra que Gaudí proyectó y construyó en el Ensanche de Barcelona, entre medianeras en régimen de viviendas en alquiler.
Sin lugar a duda, la Casa Calvet es un reflejo de la plenitud artística de Gaudí: pertenece a su etapa naturalista, periodo en que el arquitecto perfecciona su estilo personal, inspirándose en las formas orgánicas de la naturaleza, para lo que puso en práctica toda una serie de nuevas soluciones estructurales originadas en los profundos análisis efectuados por Gaudí de la geometría reglada. A ello añade una gran libertad creativa y una imaginativa creación ornamental: partiendo de cierto barroquismo sus obras adquieren gran riqueza estructural, de formas y volúmenes desprovistos de rigidez racionalista o de cualquier premisa clásica.
En 1900 recibió el Primer Premio de la primera edición del Concurso anual de edificios artísticos de Barcelona. Además, el edificio fue catalogado como Bien de Interés Cultural el 24 de julio de 1969.
Remontándonos a su origen, el edificio fue realizado para un fabricante textil, Hijos de Pedro Mártir Calvet, y sirvió tanto para el negocio, al cual se destinaron la planta baja y el sótano, como para viviendas, ubicadas en las plantas superiores —la principal, del propietario, mucho más lujosa.
No obstante, algunos expertos en la obra de Gaudí consideran la casa Calvet como la obra más conservadora del arquitecto. Según ellos, la explicación está en que, por una parte, Gaudí tuvo que encajar el edificio entre otros más viejos ya existentes y, por otra, tener en cuenta el hecho de que estaría ubicado en un barrio elegante. Efectivamente, la simetría, el equilibrio y el orden que caracteriza la casa Calvet no son habituales en la obra de Gaudí. Aun así, existen elementos modernistas como, por ejemplo, las dos secciones de fachadas terminadas en curvas en la cubierta, el balcón acristalado que sobresale por encima de la entrada o la forma de los demás balcones.
En este proyecto Gaudí recurrió a un estilo un tanto barroco, visible en el uso de columnas salomónicas, la decoración con temas florales y el proyecto de azotea con cascada y maceteros de aire rococó. Esta obra supuso el fin del empleo de recursos historicistas por parte del arquitecto, que abandonó el uso de estilos recurrentes —como el arte mudéjar, el románico o el gótico— que había empleado en algunas de sus obras anteriores, para enmarcarse en un período de madurez personal y plenitud artística en que su máxima inspiración sería la naturaleza, y que culminaría en obras como la casa Batlló o la casa Milà.
El edificio está ubicado entre medianeras, y presenta cinco plantas y doble fachada, la que da a la calle y la que mira al patio interior de la manzana. La superficie total es de 636 m². Como material constructivo se empleó la sillería en los muros exteriores, y el ladrillo en el interior; los sillares están trabajados "a la romana", con el marco liso y el centro desbastado. Los techos de las plantas bajas están sostenidos por vigas metálicas, mientras que los de las viviendas presentan una estructura de bóveda catalana, con ladrillos apoyados en viguetas de hierro, y una cubierta de artesonado de madera.
La fachada es de piedra arenisca de Montjuïc, con cinco aberturas en la base, sobre la central de las cuales se sitúa la tribuna del piso principal; sobre cada abertura se sitúa una hilera de balcones, con dos formas, unos más discretos, que apenas sobresalen de la pared, y otros más prominentes, de forma trilobulada y apoyados en ménsulas, todos ellos con barandillas de hierro forjado en forma de espirales acabadas en volutas. Destaca especialmente la tribuna del piso principal, decorada con la inicial del apellido del propietario, un ramo de olivo —símbolo de la paz—, un ciprés —símbolo de hospitalidad— y el escudo de Cataluña; se remata con una cúpula esculpida con dos cornucopias de Amaltea, de la que se esparcen las frutas, y sobre las que se posan dos tórtolas. La barandilla de hierro de la tribuna presenta decoración en forma de setas (clathrus cancellatus, morchella hibrida y craterellus cornucopioides), homenaje a la afición del señor Calvet por la micología. En la puerta de entrada destaca asimismo el picaporte, de hierro forjado, con forma de cruz griega que golpea contra una chinche, símbolo de la fe aplastando el pecado. Fue forjado por Joan Oñós, herrero que colaboró habitualmente con Gaudí. Las columnas que flanquean la entrada recuerdan a bobinas de hilo, y constituyen una alusión al negocio textil de Calvet.