En Jaén se encuentra el histórico castillo de Otar, que data de la Edad Media. Ha sido identificado como Bien de Interés Cultural.
En la ruta entre Jaén y Quiebrajano, a unos 13 kilómetros de la capital, sobre el río Valdearazo, se encuentra el despoblado de Otar, encaramado en lo alto de un cerro de cómodo acceso. El castillo se encuentra en la cima de la colina, en el punto más estrecho de la meseta.
La disposición del castillo es larga y estrecha, y su perímetro de ladrillo aprovecha las defensas naturales en el lado oriental del edificio. El resto de la muralla es más resistente, e incluso hay un minibastión en el lado occidental. En el interior del recinto hay ruinas de casas y un aljibe.
En la parte sur del recinto se construyó una pequeña fortaleza, en un afloramiento rocoso, que aún se conserva. En su construcción se utiliza la mampostería de sillería, y hay una hermosa torre del homenaje de dos pisos situada en el borde del acantilado. Las bóvedas de medio cañón de ladrillo de las salas interiores de la torre son robustas y fiables. La escalera de acceso a los pisos superiores está empotrada en los muros para facilitar el acceso.
Parece que Otaar era una comunidad agrícola con pocas fortificaciones antes del Pacto de Jaén. Tras el deslinde de la frontera, esta localidad asumió un papel importante en la vigilancia de los pasos de montaña de la Sierra Sur de Jaén que conectaban con el Prebético granadino. Aunque se cree que el alcazarejo es del siglo XV y que el recinto puede haberse construido sobre otras construcciones más antiguas de origen andalusí, su construcción se suele atribuir a la segunda mitad del siglo XIII.
Formando parte de las fortificaciones de Jaén, permitía la comunicación visual entre el castillo de la ciudad y la atalaya de Torrebermeja.