Hay un foso defensivo de 26 metros de profundidad que hay que cruzar para acceder al castillo. Antiguamente se utilizaba un puente levadizo para atravesar este foso, que siempre ha estado seco; en la actualidad, se utiliza para ello un puente de piedra construido en tiempos de Felipe II y una pasarela de hierro.
Las piedras extraídas para la construcción del castillo se utilizaron para excavar el foso, que es de origen natural. En el fondo del foso, a 23 metros de profundidad, aún pueden verse algunos sillares a medio labrar que nunca se utilizaron.
El barranco del foso, que debió de ser originalmente un corte natural de la roca, fue ensanchado por Enrique IV, y luego se ensanchó una vez más durante la renovación del castillo por Felipe II. Durante el reinado de Enrique IV se utilizó para albergar osos y recoger piedra para la construcción de las defensas del castillo.
En el extremo sur del barranco, a la izquierda del foso, se puede observar una porción del mismo con la morfología que debió tener durante el reinado de Enrique IV y que la reforma de Felipe II no amplió.