La ermita de San Saturio está situada en la ciudad española de Soria, en la provincia homónima.
Es considerado popularmente, en su enclave paisajístico, uno de los parajes más bellos que posee la ciudad.
Se cree que los templarios de San Polo monopolizaban el acceso a la cueva de Peñalba sobre la que se construyó la ermita de San Miguel de la Peña; en la tradición se dice que allí vivió el anacoreta visigodo San Saturio, santo patrono de la ciudad de Soria, bajo cuya advocación se encuentra el templo desde el siglo XVI y que, curiosamente, repite la estructura octogonal arquetípica del Temple.
Inicialmente los restos de San Saturio reposaban en esta cueva encima de la que fue construida la ermita, pero al construirse el edificio religioso se trasladaron al altar mayor del templo.
La ermita actual se construyó a finales del siglo XVII, colgada sobre el roquedal al lado del Duero, "con desparpajo y valentía insignes y procurando para todas las generaciones venideras un impacto visual incomparable", señala Gaya Nuño.
El arquitecto fue Pedro de Ajín, en pleno período barroco, aunque la ermita es sobria en cuanto a la piedra, que no en lo que respecta a sus retablos y pinturas, en donde el barroco exultante está en su plenitud.
Según cuenta la leyenda, cuándo Saturio llevaba viviendo treinta años en la que cueva en la que se asienta la ermita, vio a un joven (de nombre Prudencio) que intentaba cruzar a nado el río y le empezó a advertir de la peligrosidad de la acción. Cuando todo el mundo esperaba que el joven muriese ahogado por la corriente, llegó sano y salvo a la orilla. Es más, ni siquiera llegaron a mojar las aguas sus prendas. El joven subió hasta lo alto de aquellos riscos para solicitar la bendición del eremita, y de paso, pedirle permiso para quedarse a vivir con él.