En el año 59, se desencadenaron graves disturbios en el anfiteatro de Pompeya, protagonizados por los residentes de la ciudad y visitantes de Nuceria. Estos enfrentamientos resultaron en un saldo de muertos y heridos significativo. La magnitud de la violencia llegó a oídos del emperador Nerón, quien respondió prohibiendo las exhibiciones de gladiadores en Pompeya durante un período de diez años. Como medida adicional, exilió a los organizadores del evento, incluyendo a Livineyo Régulo.
En el año 62, un potente terremoto causó daños sustanciales en la ciudad. De acuerdo con Tácito, "gran parte de la ciudad fue destruida por el terremoto". Tras este evento, se emprendieron labores de restauración que aún no habían concluido cuando el monte Vesubio entró en erupción. La ciudad presentaba templos y lugares públicos en estado de ruina, y varias cuadrillas de trabajadores estaban ocupadas en la reparación de daños en viviendas privadas. Esta situación podría deberse a la devastación causada por el terremoto de 62 o a los esfuerzos para remediar los daños previos causados por temblores más pequeños antes de la erupción. En Pompeya, varios edificios aún conservan placas en honor a ciudadanos acaudalados que contribuyeron con su propio dinero para financiar las reparaciones.