Uno de los castillos medievales más conocidos del mundo y popular destino turístico en España es el Alcázar de Segovia, construido en la primera mitad del siglo XII. Por sus salas han pasado algunos de los personajes más notables de la historia, así como veintidós reyes.
Su maciza silueta domina el valle del Eresma y es una representación del casco antiguo de Segovia, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.
Su diseño recuerda la grandeza de la Corte a lo largo de la Edad Media, y sus muros han sido testigos de batallas, intrigas palaciegas, matrimonios reales y otros sucesos increíbles. Es el palacio y fortaleza de los Reyes de Castilla. A lo largo de sus 2.000 años de historia, el Alcázar ha sido castillo romano, fortaleza medieval, palacio real, guardián del tesoro real, cárcel del Estado, Real Colegio de Artillería y Archivo General Militar.
Aunque el Alcázar, que sólo tiene nombre árabe, tiene una historia que comienza con la Reconquista y cuyo desarrollo es paralelo al del castillo, aunque con importantes remodelaciones posteriores, la fortificación tiene cimientos romanos y es probable que sean las ruinas de un antiguo castro. Es uno de los ejemplos más notables de fortaleza militar y un caso único en la historia de la arquitectura española y europea. El Alcázar de Segovia es un castillo y palacio real, como su nombre indica: "alcáçar", con el que ya se conoce en 1135, reinando Alfonso VII el emperador. Felipe II mandó construir un tejado de pizarra, convirtiéndolo en el castillo "más europeo" de la península.
Fue utilizado por Orson Welles en "Campanadas a medianoche", y está ampliamente aceptado que Walt Disney tomó de él claves de diseño para su castillo en la película de 1937 "Blancanieves y los siete enanitos".
El Alcázar es "el modelo perfecto de los fantásticos castillos descritos en sus romances de viajes por los ingeniosos trovadores que recorrían todas las regiones en busca de la dama digna, por sus perfecciones, de ocupar sus pensamientos y enamorar sus corazones, de cantar sus trovas y tocar sus cítaras al pie del recinto amurallado donde ella se encerraba", escribió en 1916 el coronel de Artillería Eduardo de Oliver-Copóns.