La concepción de edificar un templo expiatorio en honor a la Sagrada Familia surgió de la mente del librero Josep Maria Bocabella. Esta inspiración fue provocada por el sacerdote Josep Manyanet, quien posteriormente fue canonizado en 2004. Manyanet fue el fundador de las congregaciones religiosas conocidas como la Congregación de Hijos de la Sagrada Familia y la Congregación de Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret. Estas congregaciones tenían la responsabilidad de fomentar el culto a la Sagrada Familia y promover la educación cristiana entre niños y jóvenes. En 1869, Manyanet publicó "El espíritu de la Sagrada Familia", en el cual lanzó la idea de construir un templo en Barcelona dedicado a honrarla. Para concretar esta visión, Bocabella estableció en 1866 la Asociación Espiritual de Devotos de San José, con el propósito de recolectar fondos para el proyecto. En 1871, Bocabella viajó a Roma y se reunió con el papa Pío IX. Durante este viaje, también visitó el santuario de Loreto en Ancona, que se cree que albergó la casa de José y María en Nazaret. Este santuario se convirtió en la fuente de inspiración para el diseño de la futura iglesia en Barcelona.