El anfiteatro romano de Mérida, construido a finales del siglo I a. C., fue uno de los principales espacios de espectáculos de la antigua Augusta Emerita, junto al teatro romano con el que comparte recinto. Inaugurado en el año 8 a. C., estaba destinado a celebrar luchas de gladiadores, cacerías de fieras (venationes) y otros combates, muy populares entre la población romana.
Con capacidad para unas 14.000 personas, presentaba una estructura elíptica con tres niveles de gradas (ima, media y summa cavea), tribunas reservadas para autoridades y patrocinadores, y una arena central con una gran fosa utilizada para guardar jaulas y elementos escénicos. También se han hallado pinturas murales y evidencias del culto a la diosa Némesis, a la que los gladiadores encomendaban su suerte.
Fue abandonado en el siglo IV d. C., coincidiendo con la oficialización del cristianismo, y posteriormente quedó parcialmente enterrado y expoliado. Durante siglos se creyó erróneamente que era una naumaquia, hasta que las excavaciones iniciadas en el siglo XX permitieron recuperar su auténtica función. En 1912 fue declarado Bien de Interés Cultural y desde 1993 forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO dentro del conjunto arqueológico de Mérida.