El denominado Arco de Trajano, ubicado en la ciudad de Mérida, es una estructura romana que funcionaba como una puerta monumental de acceso. Su nombre actual proviene de una antigua suposición errónea que lo identificó como un arco triunfal vinculado al emperador Trajano, aunque no existe ninguna evidencia que respalde esta relación. Pese a ello, la denominación se ha mantenido en el uso popular. Esta construcción fue declarada Bien de Interés Cultural en 1912 y, desde 1993, forma parte del Conjunto arqueológico de Mérida reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Se trata de un arco de medio punto que alcanza una altura total de aproximadamente quince metros, aunque parte de su base, de unos dos metros, permanece hoy enterrada bajo el nivel actual del suelo. La apertura del arco mide cerca de nueve metros y, si se mide desde un extremo al otro de sus contrafuertes, la anchura total es de trece metros. La estructura está compuesta por grandes bloques de granito tallados con precisión, incluyendo dovelas de hasta 1,4 metros de alto. En su origen, el arco estaba decorado con mármol, como sugieren los pequeños orificios todavía visibles en algunas de sus piezas, que habrían servido para sujetar ese revestimiento ornamental.
Aunque su finalidad ha sido objeto de debate, se acepta que este arco se erigió como un elemento simbólico dentro del urbanismo de la ciudad romana. Su forma y dimensiones apuntan a una función representativa que reforzaba la jerarquía y monumentalidad del espacio urbano. Sin embargo, al haberse perdido tanto su recubrimiento como cualquier inscripción que pudiera haber documentado su dedicación, resulta muy difícil establecer con precisión la fecha exacta de su construcción.
Según el trazado urbano de Augusta Emerita, la alineación del arco con el río Albarregas indica que se encontraba al final del cardo máximo, una de las dos arterias principales de la ciudad romana. Este dato se apoya en hallazgos como el de una gran cloaca descubierta en el siglo XVIII por el arqueólogo Manuel de Villena y Moziño. Por su posición, se ha interpretado que el arco marcaba el final de esta vía principal, y que actuaba como una puerta monumental de entrada a un espacio relevante, posiblemente el primer recinto fundacional de la ciudad. También ha sido visto como un posible arco triunfal, debido a su parecido con este tipo de construcciones romanas más que con simples puertas urbanas.
Las excavaciones realizadas en las inmediaciones del arco han revelado la existencia de esculturas, bronces e inscripciones que apuntan a la presencia de un segundo foro en Mérida, distinto del foro municipal situado en la intersección del cardo y el decumano. Este segundo foro tendría carácter provincial, correspondiente a la Lusitania, provincia de la que Mérida era capital. En este contexto, el Arco de Trajano habría formado parte del acceso monumental a este complejo, cumpliendo una función de transición entre distintos espacios simbólicos y reforzando su condición de acceso solemne a un recinto cerrado y monumental vinculado al culto imperial y a la administración provincial.