El circo romano de Mérida fue un recinto destinado a las carreras de carros, construido a principios del siglo I d. C. en la colonia de Augusta Emerita, actual Mérida. Se ubicó fuera de las murallas de la ciudad, a unos 400 metros del complejo que incluía el teatro y el anfiteatro, y contaba con una planta ovalada de aproximadamente 440 metros de largo por 115 de ancho. Fue uno de los circos más destacados del Imperio romano, solo superado por el Circo Máximo de Roma.
Las carreras, al igual que los combates del anfiteatro, eran los espectáculos favoritos del público romano. Solían ser organizadas y financiadas por miembros de la élite como parte de celebraciones o estrategias de promoción política.
Con la expansión del cristianismo en el siglo IV, estos espectáculos empezaron a decaer, aunque se cree que el circo siguió en uso hasta el siglo VI. Tras siglos de abandono, aún se conservan restos de sus cimientos que permiten apreciar claramente la forma y dimensiones del edificio. Hoy en día, es uno de los pocos circos romanos que pueden observarse en casi su totalidad. Desde 1993, forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO como uno de los elementos del conjunto arqueológico de Mérida.