El monasterio de San Salvador de Leyre, o simplemente monasterio de Leyre, es uno de los conjuntos monásticos más importantes de España por su relevancia histórica y arquitectónica.
Entre los diferentes edificios que componen el conjunto, existen ejemplares del románico muy destacados por pertenecer a un periodo muy temprano del mismo y por su excelente estado de conservación.
Existen noticias documentadas sobre Leyre ya en el siglo IX. La fecha y circunstancias de la fundación del monasterio legerense son desconocidas.
La primera referencia de su existencia se debe al presbítero mozárabe cordobés Eulogio, en una carta de 851 dirigida al obispo de Pamplona. En ella, recuerda su estancia en el monasterio tres años antes, en el año 848, en el transcurso de un viaje a tierras germánicas que tuvo que interrumpir forzadamente.
Eulogio de Córdoba sería martirizado posteriormente en Córdoba y santificado, siendo conocido como san Eulogio. Redactó una crónica de su viaje y en ella, entre otros monasterios pirenaicos ya desaparecidos en los que se alojó, nombraba a Leyre. En la carta llega a señalar el nombre del entonces abad, un tal Fortún.
En los siglos IX y X Leyre era uno de los monasterios más importantes de la cristiandad peninsular, protegido por la monarquía del reino donde se asienta y con influencia sobre un gran territorio. Como ejemplo del apoyo brindado por los reyes navarros al monasterio de Leyre se pueden señalar las siguientes donaciones documentadas: el 15 de agosto de 991 el rey Sancho Garcés II donaba al monasterio las posesiones que su hermano Ramiro tenía en Apardués; ya habían donado el 15 de febrero las que tenía en Navardún; el 18 de noviembre de 1050 era García de Nájera el que dona bienes a Leyre y el 28 de enero de 1085 el rey Sancho Ramírez incorporaba a Leyre las propiedades y los monasterios de Igal, Urdaspal y Roncal, así como otros bienes.
El monasterio tuvo una gran relevancia en la historia de reino de Pamplona-Nájera y posteriormente en el de Navarra, así como en la Reconquista.
En él está ubicado el panteón en el que yacen los primeros monarcas del reino de Pamplona.