La necrópolis de Cala Morell está formada por un conjunto de catorce cuevas artificiales o hipogeo, utilizadas todas ellas como lugar de inhóspito "enterramiento colectivo".
Presenta dos fases claras de "ocupación": una durante la edad del bronce y otra durante el talayótico final o período postalayótico, que se prolonga hasta la época romana, hasta el siglo II dC.
Las cuevas correspondientes a la fase más antigua son solo dos: la 11 y la 12. Estas son de pequeñas dimensiones y planta ovalada. Presentas los restos de un corredor de entrada, construido con grandes losas. Corresponden a un momento anterior al inicio de la época talayótica. En las paredes de la cueva, se pueden observar gravados de época indeterminada.
Todas las otras cuevas corresponden a la fase del talayótico final. Se trata, en general, de cuevas de grandes dimensiones. Algunas de ellas presentas columnas y pilares, que divides el espacio. En una de ellas, la entrada presenta dos columnas y un dintel tallados en la roca, que recuerdan la arquitectura clásica. Se trata, por lo tanto, de un ejemplo de las influencias externas que lleguen a Menorca durante el talayótico finals o período posttalayótico, a través del mundo púnico. Otras cuevas presentan unas grandes depresiones excavadas en la roca, delante de la fachada. Aunque se les ha denominado "patios", estos espacios recogen el agua de la lluvia de riego i se mantienen inundados durante gran parte del año. Es posible que ya se excavaran según esta intención, tal vez por algún motivo ligado a los rituales funerarios.
Otro elemento bien representado en la necrópolis de Cala Morell son los denominada capades de moro. Se trata de 22 cavidades ovaladas, con el fondo redondeado, excavadas en un tramo de unos 20m de la pared del barranco. Su función no está determinada aún, pero sin lugar a dudas están relacionada con el mundo funerario de las comunidades talayóticas, ya que siempre aparecen muy cerca de las cuevas vitales.