Este palacio es una de las residencias de la familia real española. En su origen fue un pabellón de caza de los Austrias, para luego convertirse en la principal residencia invernal del soberano bajo los Borbones. Durante la dictadura franquista fue la residencia oficial de Francisco Franco, y su principal uso en la actualidad es el de alojar a los jefes de Estado extranjeros cuando se hallan de visita oficial en España.
Ubicado en el Real Sitio de El Pardo, su gestión corresponde a Patrimonio Nacional, organismo estatal que administra los bienes al servicio de la Corona española. Se construyó en el siglo XVI a partir de un edificio primitivo del siglo XV diseñado por Luis de Vega. Su aspecto actual corresponde a las reformas y ampliaciones emprendidas en el siglo XVIII, a instancias del rey Carlos III, en las que participó el arquitecto Francesco Sabatini.
Además de por sus valores arquitectónicos, el palacio destaca por su decoración interior, representativa de diferentes épocas y estilos. Destacan los frescos, que abarcan desde el renacimiento tardío de Felipe II hasta el neoclasicismo de Fernando VII pasando por el tardobarroco de época de Carlos III. Asimismo, es especialmente relevante su colección de tapices, del siglo XVIII, en la que figuran cinco de las series más conocidas de Francisco de Goya.
Tanto el palacio como su pequeño jardín fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1931 y 1934, respectivamente. Desde 1983, es la Residencia Oficial de Jefes de Estado Extranjeros.
Los orígenes de este palacio se remontan a 1405, cuando Enrique III de Castilla ordenó la construcción de una casa real en el Monte de El Pardo, lugar que el monarca frecuentaba, dada su riqueza cinegética. Enrique IV, por su parte, edificó sobre la misma un pequeño castillo.