Una de las principales vías del centro de Zaragoza es el Paseo de Sagasta. El Paseo Cullar es el lugar donde se detiene la calle después de comenzar en la Plaza de Paraso.
El camino que cruzaba el río Huerva desde la Puerta de Santa Engracia hasta Torrero es donde el Paseo de Sagasta tiene su origen. Tras los Sitios, la ciudad comenzó a crecer a lo largo de la ruta que conducía a Torrero. Por aquel entonces, en la carretera sólo se habían construido algunas pequeñas fábricas y torres de recreo. El Colegio de los Jesuitas del Salvador y el Colegio del Sagrado Corazón, dos importantes instituciones educativas, así como la burguesía zaragozana, comenzaron a instalarse en esta zona.
Tras la aprobación del primer proyecto urbanístico del Paseo, en 1900, se construyeron en la zona hermosos edificios y villas modernistas. Entre ellos destacan la Casa Juncosa (Sagasta, 11), diseñada por José de Yarza Echenique; la Casa Tetuerta (Sagasta, 13), diseñada por Juan Francisco Gómez Pulido; la casa residencial del nº 17, diseñada en 1903; y la casa del nº 17, diseñada en 1903 por José de Yarza Echenique. El nº 17 de Félix Navarro Pérez de 1903, la Casa Corsini (Sagasta nº 19) de Juan Francisco Gómez Pulido de 1904, y la Casa Palao de Miguel Angel Navarro de 1912.
Posteriormente, en 1936, Regino y José Borobio construyeron el edificio de la Confederación Hidrográfica del Ebro, situado en el número 24 del paseo y registrado en el Ayuntamiento.
A lo largo de su dilatada historia, el moderno Paseo de Sagasta ha tenido varios nombres. Históricamente, y antes de la urbanización, era conocido como Camino de Torrero porque conectaba el centro de la ciudad con el barrio de Torrero, que tomó su nombre de una familia de Luna (Zaragoza) que se instaló en una propiedad cercana al cementerio. Originalmente se conocía como Paseo de Sagasta y cambió a "Paseo de la República" con la llegada de la misma. Sin embargo, en 1938, tras la sublevación fascista que desencadenó la Guerra Civil, los golpistas que triunfaron en Zaragoza quisieron alterar la historia apropiándose de los nombres de calles, avenidas y paseos. En este caso, Mola fue declarado vencedor, y el Paseo del General Mola recibió el mandato. A pesar de los esfuerzos por recuperar su nombre original de "Camino de Torrero", el bulevar fue rebautizado como Paseo de Sagasta tras el fin de la dictadura, con la muerte de Franco en su cama por vejez, y la posterior restauración de la democracia.