Castillo de Ponferrada

El castillo de Ponferrada, también conocido como el Castillo de los Templarios, es una fortaleza medieval situada en Ponferrada, en la comarca de El Bierzo. Se encuentra en una colina en la confluencia de los ríos Boeza y Sil. Su construcción data principalmente de los siglos XII al XV, con diversas ampliaciones y modificaciones a lo largo del tiempo.

Inicialmente construido por la Orden del Temple en el siglo XII, el castillo desempeñó un papel fundamental en la defensa y el control de la región del noroeste de España. Tras la disolución de la orden en el siglo XIV, la fortaleza pasó a ser propiedad de los Reyes Católicos y luego de varios nobles, lo que llevó a nuevas ampliaciones y mejoras. Este castillo es un ejemplo destacado de la arquitectura militar medieval, con un área de más de 8.000 metros cuadrados que incluye murallas robustas, torres defensivas y un complejo sistema de patios y dependencias internas.

Actualmente, el castillo de Ponferrada es uno de los principales atractivos turísticos de El Bierzo, además de ser un punto clave en el Camino de Santiago. Está declarado Bien de Interés Cultural.

El castillo se ubica en un sitio que probablemente fue un castro celta, como otros de la comarca de El Bierzo. También se cree que fue utilizado como asentamiento romano y visigodo posteriormente.

En 1178, el rey Fernando II de León permitió a los caballeros templarios establecer una encomienda en Ponferrada. En 1180, el monarca otorgó un fuero para la repoblación de la villa, construyéndose la primera fortificación en 1187. En 1196, Alfonso IX de León quitó Ponferrada a los templarios debido a la alianza de estos con Castilla. Sin embargo, en 1211, tras hacer las paces, Alfonso IX devolvió la villa a los templarios a cambio de algunos castillos. Durante el reinado de Fernando IV, la orden fue disuelta tras un juicio en Francia, y el maestro del Temple en León entregó Ponferrada al infante don Felipe.

En 1340, Alfonso XI entregó Ponferrada a Pedro Fernández de Castro, su mayordomo mayor, quien probablemente inició la construcción del castillo viejo. En 1440, Pedro Álvarez Osorio, primer conde de Lemos, tomó el control de Ponferrada y realizó importantes obras que configuraron la fortaleza actual. Durante la Revuelta Irmandiña de 1467, los campesinos gallegos atacaron el castillo, pero gracias a un acuerdo entre Enrique IV y el Conde de Trastámara, la fortaleza fue salvada.

Tras disputas familiares por la propiedad de Ponferrada, los Reyes Católicos adjudicaron la villa a Juana Osorio. Su rival, Rodrigo Osorio, no aceptó la decisión y se rebeló contra la Corona, lo que llevó a un asedio en 1486 por parte de las tropas reales. Tras ser tomada la fortaleza, se realizaron obras de refuerzo y reparaciones bajo la administración de Juan de Torres de Navarra, primo de los monarcas.

En los siglos XVII y XVIII, el castillo fue administrado por un corregidor en nombre de la Corona, pero su importancia militar fue disminuyendo, lo que condujo a su abandono.

Durante la Guerra de la Independencia Española, el castillo fue utilizado brevemente por las tropas francesas como punto estratégico, pero estaba en condiciones de deterioro. Tras la retirada de las tropas francesas, el castillo cayó nuevamente en desuso.

A partir de 1850, el castillo sufrió un deterioro acelerado debido a la venta de sus piedras para la construcción de infraestructuras locales. No fue hasta 1924 que se declaró Monumento Nacional, frenando su deterioro.

En la actualidad, el castillo alberga las Noches Templarias, un evento cultural que revive la época de los caballeros templarios con desfiles, música medieval, y mercados artesanales. Uno de los momentos más destacados es la ceremonia de investidura de nuevos caballeros templarios.

El castillo tiene una forma de polígono irregular y se divide en dos partes: una parte norte del siglo XII y el resto del castillo construido principalmente en el siglo XV. Originalmente estaba rodeado por un foso, excepto en la zona noroccidental donde el río cumplía esa función. Dentro del castillo se encuentran fortificaciones templarias del siglo XII, incluyendo restos de una barbacana, varias torres y un aljibe.

La fachada noroeste termina en la torre del Moclín, mientras que la portada principal, de mampostería, presenta dos torreones flanqueando un arco de medio punto. Hay también restos perimetrales de construcciones circulares que podrían ser prerromanas. Durante el siglo XIX, el castillo sufrió daños significativos debido al uso de su piedra para construcciones locales, pero ha sido parcialmente restaurado y preservado como un monumento histórico y turístico.

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