El puente romano de Lugo, también llamado Puente viejo, es un puente de origen romano que ha sufrido numerosas reconstrucciones durante los siglos XII, XIV y XVIII. Está construido en sillería y esquisto, y presenta vigas metálicas. Cuenta con 104 m de longitud y 4 m de ancho, cruza el río Miño a su paso por el suroeste de la ciudad de Lugo, uniendo la Calzada da Ponte con la carretera vieja de Santiago, vertebrando esta última el barrio lucense de San Lázaro. Está situado muy cerca del balneario de aguas termales, que data asimismo de la época romana.
Es un puente diseñado y construido en la época de la romanización de Galicia, que se valió de la vía número XIX del Itinerario de Antonino, comunicando Lucus Augusti con Bracara Augusta (la actual Braga) pasando por Iria Flavia (la actual villa de Padrón). La razón de su construcción era la necesidad de cruzar el río Miño.
Siglos más tarde, en la Baja Edad Media, sufriría restauraciones de cierta relevancia debido por una parte al mal estado en que se encontraba y por la otra a las nuevas necesidades de transporte de la época. Llegada la Edad Moderna, nuevamente hubo que hacer reparaciones para, finalmente, en 1893 modificar definitivamente su aspecto, al serle suprimidos varios elementos. Sin embargo, los fundamentos de la ponte actual, llamada vieja o romana, son en buena parte los originales.
A causa de la construcción de un nuevo puente en el año 2009, el puente romano de Lugo fue restaurado y quedó para uso peatonal. Durante el proceso de restauración, se eliminaron las pasarelas metálicas y se eliminó el asfalto del firme, tratando de asemejarse lo máximo posible a como era en tiempos de los romanos.