El Real Alcázar de Sevilla es un conjunto palaciego amurallado construido en diferentes etapas históricas.
Aunque el palacio original se edificó en la Alta Edad Media, se conservan algunos vestigios de arte islámico y, de la etapa posterior a la conquista castellana, un espacio palaciego mudéjar y otro de estilo gótico. En reformas posteriores se añadieron elementos renacentistas, manieristas y barrocos.
Es la residencia de los miembros de la Familia Real Española cuando visitan Sevilla. Esto hace que sea el palacio real en uso más antiguo de Europa.
La parcela donde se encuadra el recinto del Alcázar estuvo ocupada desde el siglo VIII a.C. Se han encontrado restos de un edificio romano del siglo I, del cual no se conoce con certeza su función. Este inmueble del siglo I se extendía desde el patio de Banderas hasta el interior del recinto actual.
Sobre las ruinas del edificio romano se edificó una iglesia paleocristiana, identificada por algunos como la basílica de San Vicente, que fue uno de los tres templos principales de la ciudad durante la época visigoda. De este primitivo templo se han encontrado algunos restos en el patio de Banderas.
Algunos capiteles y fustes de este antiguo templo se aprovecharon en la construcción del palacio de Pedro I.
La lápida del obispo Honorato, que probablemente se encontraba en esta iglesia, se encuentra en la actualidad en la catedral de Sevilla.