Monasterio Imperial de San Benito de Sahagún. Desde Tierra de Campos hasta Liébana y Segovia, fue un importante monasterio medieval. Cuando el control de Cluny llegó a la Península Ibérica, fue un importante centro de reforma del monasterio benedictino. El monasterio decayó en el siglo XV tras la fundación y reforma de San Benito de Valladolid. El monasterio fue incendiado en múltiples ocasiones durante revueltas y desamortizaciones en el siglo XIX debido a la lucha de poder de la villa de Sahagún sobre el pueblo.
España presentó un "Inventario Retrospectivo - Elementos Asociados" a la UNESCO en 2015 para apoyar la ampliación del Camino de Santiago a "Caminos de Santiago de Compostela: Camino francés y Caminos del Norte de España". El convento de San Benito fue incluido con el número 1428.
Alfonso III el Magno compró una iglesia en el lugar donde se veneraban los santos mártires Facundo y Primitivo para regalársela al abad Alonso, que huía de la persecución cristiana de Córdoba. En el año 904, Alfonso III entregó al abad Alonso Calzada, primera constancia escrita del monasterio.
Alfonso VI eligió este monasterio para tomar el hábito y ejercer antes de ser rey, lo que supuso la época dorada de la abadía. Su matrimonio con Constanza de Borgoña, francesa e interesada en la implantación de la liturgia romana, trajo a la abadía monjes de Cluny. Alfonso VI nombró abad al francés Don Bernardo de Aquitania en 1080, y en 1085 concedió a Sahagún los famosos fueros, que ayudaron a la expansión de la ciudad bajo el control de la abadía. El poder del abad llegó a ser tal que el rey renunció a controlar la región dependiente de la Santa Sede del monasterio.
El descontento con los privilegios del monasterio, como la obligación de utilizar el horno o la prohibición de vender pescado y vino, provocó una serie de revueltas contra el monasterio, que comenzaron en 1087 y alcanzaron su punto álgido a principios del siglo XII. El monopolio del horno terminó en 1095.
En 1810, el incendio del monasterio de San Benito destruyó el mausoleo de Alfonso VI. La sala de la abadía albergó los restos del rey y de varias de sus esposas hasta 1821, cuando los monjes fueron desterrados. El abad Ramón Alegrías los colocó en una caja en la pared sur de la capilla del Crucifijo hasta enero de 1835, cuando fueron recuperados de nuevo y llevados al archivo, donde se conservaron los huesos de las esposas del soberano.
Los huesos mortales de Alfonso VI se encuentran en el monasterio benedictino de Sahagún, a los pies de la iglesia, en una arqueta de piedra lisa con una moderna cubierta de mármol. En una tumba vecina, varias de las esposas del rey, entre ellas las princesas Inés de Aquitania, Constanza de Borgoña y Bertha, están igualmente lisas.