El 24 de agosto de 79 d.C., la fecha tradicionalmente asociada a la erupción y avalancha piroclástica que devastaron Pompeya, está registrada en el relato de Plinio el Joven. No obstante, es posible que esta fecha sea resultado de un error de transcripción que ocurrió durante la Edad Media, una época en la que era común la confusión de los números romanos. Por lo tanto, algunos expertos sugieren que, en realidad, la erupción podría haber ocurrido en otoño o invierno, basándose en la presencia de una gran cantidad de frutos de otoño entre las ruinas y el hallazgo de una moneda en la bolsa de una dama cuya fecha de acuñación no habría sido anterior a septiembre de 79. Además, algunas excavaciones indican que la vendimia ya había concluido, una actividad que se llevaba a cabo en octubre. Algunos cuerpos también muestran ropa gruesa, adecuada para un clima más frío, aunque este no sea un indicio definitivo de la estación del año.
En 2018, un equipo de arqueólogos descubrió una inscripción fechada dieciséis días antes de las calendas de noviembre en el antiguo calendario romano, lo que corresponde al 17 de octubre. Según esta teoría, la erupción habría tenido lugar el 24 de octubre.