Aunque en su mayoría desaparecida hacia finales del siglo XIX, se conservan hoy en día algunos restos de lo que fue la forificación de la ciudad de Pontevedra. De las partes que se encuentran conservadas se debe destacar el paño con almenas situado en la calle Arzobispo Malvar, que cuenta con unas dimensiones de 40 metros de longitud y al cual se puede acceder desde los jardines que se ubican en los edificios del lado oeste de la avenida de Santa María. También se pueden avistar algunos vestigios de su antiguo perímetro, como los de delante de la Basílica de Santa María la Mayor. Del mismo modo, es destacable que algunas partes forman parte de edificaciones posteriores que han sido descubiertas en el transcurso de obras de rehabilitación de inmuebles.
Si nos remontamos al pasado, debemos recrear la estructura de lo que era la muralla, la cual estaba organizada en torno a dos lomas o montículos, los que ocupaban las Basílica de Santa María La Mayor (oeste) y los que ocupaban el convento de San Francisco (este).
Así pues, la muralla de mampostería tenía una altura de 7 metros, y estaba rematada por una hilera de almenas y un camino de ronda. Dicha muralla estaba jalonada por numerosas torres y defensas y su perímetro alcanzaba los 2.170 metros de longitud.
Además, La Torre probablemente más conocida fuese la Torre de la Bastida, situada en el solar que ocupa hoy el edificio decimonónico de la Casa Consistorial. En la parte exterior se encontraba un foso. La muralla tenía 4 grandes puertas y 7 postigos junto a las puertas. Las cuatro puertas principales de la ciudad fueron, en primer lugar, la Puerta de Santa María: Se situaba al lado de la Basílica de Santa María. Otra de las puertas fue la de Santo Domingo: Estaba muy cerca del convento de los dominicos, en la actualidad ruinas de Santo Domingo. Por otra parte, destaca la Puerta de Trabancas: Unía la plaza de la Herrería con la plaza de la Peregrinuerta de Rocheforte: Se abría a la calle de Santa Clara en la que se encuentra el convento gótico de las clarisas. Comunicaba con el camino de Castilla.
A estas se añadirían otras dos puertas (la puerta Galera y puerta del Ribeiro), la del puente, al lado del puente del Burgo y la del Barón, cerca de lo que ocupa en la actualidad el parador de Turismo.
El complejo defensivo se completaba con Torres Fortificadas a lo largo de su perímetro. Estas eran las Torres Arzobispales, la Torre del Oro y la Torre Bastida.
Se recrea la reconstrucción de las puertas principales de la muralla de Pontevedra durante la Feira Franca, fiesta medieval que se celebra todos los años en el primer fin de semana de septiembre y que conmemora la venta libre de impuestos durante una Feria Franca otorgada a la ciudad por el rey Enrique IV en el siglo XV.
Las funciones de la muralla eran diversas: protección frente a los enemigos, pero también frente a las epidemias no permitiendo traspasar las puertas a los infectados. También poseía una función moral, como la de disponer que las mujeres de partido ejercieran su actividad fuera del recinto intramuros: en Pontevedra se localizaba en el solar que, andando el tiempo, se empleará para levantar el santuario de la Peregrina.
Con todo, la función más importante de la muralla era la de proteger el tránsito de mercancías, base de las fiscalidad: los dos productos básicos de la economía pontevedresa, el vino del Ribeiro de Avia y la sardina otoñal capturada por los cercos, debía sujetarse a unos itinerarios inamovibles