Al final de su trayectoria, Ángel Mateos se centra en realizar grandes proyectos personales. Para ello, desarrolló de forma paralela a su actividad artística, una solvente actividad empresarial, centrada en la elaboración de productos de mármol y granito. Esta actividad le permitió costearse sus propios proyectos, sin tener que recurrir a ayudas financieras que pudieran condicionarlos. Y es que el joven escultor de origen humilde que tuvo que hacerse a sí mismo, desarrolló una personalidad orgullosa a la vez que una fe inquebrantable en su obra.
Fruto de esa individualidad, en 1984 llevó a cabo una insólita propuesta: una exposición de esculturas flotantes de gran tamaño, sobre las aguas del río Tormes, a su paso por Salamanca. En aquella ocasión recurrió a la chapa de acero como material, pues como él expresaba: buscaba posar sus esculturas en una superficie limpia y diáfana.
Unos años más tarde, en 1994, cumplió uno de sus sueños: erigir en el campo de su tierra natal una gran escultura que simbolizase la independencia del artista. Desde entonces, el Obelisco a la libertad, la escultura más alta de España en hormigón armado - 25 metros-, se alza elegante en la dehesa de Villavieja de Yeltes.
Una vez desechado el proyecto inicial del Habitáculo para su museo, dado su elevado coste, Ángel Mateos se decidió por barajar otras opción surgida de su última etapa, adaptándola para ser la arquitectura que acogiera su museo y que pudiera costear personalmente. El proyecto de cualquier forma, también sería su tributo a un material que ha conseguido elevar a la categoría de material artístico, y que a él le proporcionó una trayectoria artística apasionada.