Inspirada en la naturaleza y el mundo mineral, Mateos recrea un paisaje fantástico, abrupto y quebrado, en el que las rocas surgen del terreno como si hubiesen cristalizado en forma de maclas de hormigón armado.
Con este “Paisaje en hormigón”, Mateos recrea una naturaleza primigenia como respuesta a la mímesis naturalista, de estructura geométrica, donde sus volúmenes quebrados parecen expandirse de forma anárquica.
Podemos observar la marcada textura del encofrado, con las diferentes direcciones que adoptan en cada plano la disposición de las tablillas de madera; esto encierra una evidente pretensión: la reivindicación del hormigón como medio expresivo, como material escultórico.
La pregunta que surge es ¿hasta qué punto la forma es consecuencia del material empleado, o simplemente es el hormigón el medio capaz de responder a una intención previa?. La respuesta la encontramos en la plasticidad del material, que proporciona un efecto de masa unitaria, a la vez que moldeable a la intención creativa.
El espectador puede acceder si lo desea, a los bocetos y dibujos previos de esta obra mediante el QR “Génesis de una obra” que se encuentra en su base.