Con esta serie de ocho piezas titulada Inversiones, Ángel Mateos culminará su primera época abstracta. En ella retoma la verticalidad de los Menhires pero invirtiendo el orden: en este caso sitúa el nudo principal en la parte superior, prolongando sus extremos y convirtiéndolos en pilares sobre los que se sustenta. Con ello parece sugerir que estas obras pueden crecer. Mateos comenzará a decir que sus esculturas son “maquetas de sí mismas”.
La mayoría de estos trabajos parecen reclamar proporciones monumentales; hay algo en ellas que nos obliga a imaginar otras dimensiones, como si pidieran a gritos su realización a gran tamaño reivindicando un sentido primigenio de monumento. Serán una referencia a esa obra inútil y hermosa que llevamos en nuestra imaginación.