La mínima intervención desarrollada hasta ahora con el plano, la traslada al bloque. Así, partiendo de un prisma único, Mateos propone una sutil intervención: la realización de unos cortes que le permiten desplazar la parte seccionada y desplazarla ligeramente fuera del eje vertical del prisma inicial.
Su obsesión por la pureza de las formas le lleva de nuevo a los planteamientos minimalistas, para sugerirnos ahora con ese leve desplazamiento, el alma del bloque, su naturaleza interior.
Es el punto final e inevitable del camino minimalista que el escultor transitó en esta época de Síntesis. De hecho, estas esculturas forman parte de una investigación más amplia denominada DESPLAZAMIENTOS, que Mateos desarrolla durante los años 80 y que dio lugar a diferentes propuestas y con distintos materiales, incluida exposición de esculturas flotantes en el río Tormes que Mateos realizó anteriormente en Salamanca en 1984.
Es sorprendente cómo esta serie mantiene el carácter monumental y arquitectónico que caracteriza su escultura, pues no dejan de sugerirnos grandes construcciones, un sky-line particular de grandes esculturas, o quizás… de grandes arquitecturas.