En esta serie el escultor investiga sobre las posibilidades compositivas a partir del plano, y en ella, las premisas son la preocupación por el equilibrio y las proporciones.
De planteamiento constructivista, cercano al neoplasticismo holandés, Mateos imprime un marcado carácter monumental y arquitectónico. En ellas, el autor concibe un espacio más abierto y dinámico, en el que incluye el espacio circundante alrededor de la obra. Mateos invita al espectador a transitar entre los planos e imaginar un pórtico de entrada. Podemos decir que hay una intención de intervención en el paisaje.
En esta serie, el PÓRTICO A SALAMANCA es una de las obras más queridas de su autor y en la que el equilibrio en la composición alcanza su mejor representación. En ella, los dos paramentos verticales que hacen de jambas de esa puerta, se articulan entre sí en un nudo de planos perpendiculares que se quiebran en sentido inverso. A su derecha, un paramento vertical más alto y exento, hace de contrapunto y procura el equilibrio que el autor persigue para todo el conjunto.
Este Pórtico fue concebido como puerta de entrada a la ciudad, y a punto estuvo de realizarse si no hubiera sido por la intransigencia del escultor a considerar una escala acorde a unos presupuestos oficiales siempre reducidos. Si la observamos desde un punto de vista bajo, podremos intuir otra escala, aquella con la que Mateos la imaginaba. Nunca como ahora sus esculturas se manifestaron tan susceptibles de ser “maquetas de sí mismas”.
Otra obra de esta serie, el Pórtico VI, fue realizada en 2002 por el escultor para Doñinos. Realizada en chapa de hierro a gran tamaño y erigida al lado de la carretera, a escasos 100 metros del museo, y fue donada en agradecimiento al municipio que acogía su Museo.